Los tseltales: ¿paganos o cristianos?

El libro de Eugenio Maurer ofrece un nuevo modo de abordar el estudio de la religión amerindia, pues combina la teología con la antropología, y no obstante su novedad actual, regresa al periodo inicial de la colonia, el que Robert Ricard llamó “la conquista espiritual de México” –cuando los efectivos de la Iglesia católica eran demasiado escasos en la zona para permitirse el lujo de mostrarse indiferentes a las opiniones de aquellos a quienes trataban de convertir–. Fue la época de los grandes misioneros etnógrafos; la siguiente fue la del poder y la seguridad, que trajeron consigo la pereza intelectual de la certidumbre ciega; los sucesores de Sahagún y Las Casas escribieron manuales para la extirpación de la idolatría; ya no se pensaba en Quetzalcóatl como Santo Tomás, y el cristianismo fue equiparado a las normas culturales españolas. La inocencia de los indios había ofrecido a los misioneros la promesa de un cristianismo no corrompido por la civilización y había hecho de ellos el material privilegiado con el cual construir la Nueva Jerusalén; pero la inocencia se pierde, y no solo la perdieron los indios: las órdenes misioneras perdieron su autonomía y con ella su fervor, y se dedicaron a las finanzas, a la producción agrícola y, en un caso en Chiapas, aun al cultivo de la tierra a base de esclavos.